
SIRENA VARADA
Somos diálogo entre la parte visible - lo formal, la piel, la carne, el cartílago, el hueso - y el concepto, historias tramadas a partir de la filtración de la realidad externa, contenidos que, entrelazados, nos identifican más allá de la materia.
"Vistos" a los ojos ajenos y "no vistos" a la vez, el debate entre la parte cubierta y la encubierta se desarrolla y fluye móvil de manera causal, circunstancial y temporal. En medio de ese movimiento fluctuante y dual nos encontramos indivisibles como individuos.
La única verdad sobre uno mismo se encuentra discerniente entre las luces y las sombras.
Somos diálogo entre la parte visible - lo formal, la piel, la carne, el cartílago, el hueso - y el concepto, historias tramadas a partir de la filtración de la realidad externa, contenidos que, entrelazados, nos identifican más allá de la materia.
"Vistos" a los ojos ajenos y "no vistos" a la vez, el debate entre la parte cubierta y la encubierta se desarrolla y fluye móvil de manera causal, circunstancial y temporal. En medio de ese movimiento fluctuante y dual nos encontramos indivisibles como individuos.
La única verdad sobre uno mismo se encuentra discerniente entre las luces y las sombras.

DANDY LANDSCAPE
"Todo lo sensible precisa de una máscara." F.Nietsche.
A su vez, toda máscara necesita de lo sensible para mantener su función.
Paradoja de ensimismamiento Dadá, el atractivo del paisaje dandi reside en la imagen hipnótica de un paraje interno, solapada a un formato que, mediante su función anula lo que condujo al transeúnte hasta allí.
Una vez éste para a contemplar, reposa en dicho paraje.
En ese momemnto, Dandy Landscape desaparecerá, dejando al transeúnte atrapado, partícipe incrédulo y enmascarado de la máscara ahora encubierta.
"Todo lo sensible precisa de una máscara." F.Nietsche.
A su vez, toda máscara necesita de lo sensible para mantener su función.
Paradoja de ensimismamiento Dadá, el atractivo del paisaje dandi reside en la imagen hipnótica de un paraje interno, solapada a un formato que, mediante su función anula lo que condujo al transeúnte hasta allí.
Una vez éste para a contemplar, reposa en dicho paraje.
En ese momemnto, Dandy Landscape desaparecerá, dejando al transeúnte atrapado, partícipe incrédulo y enmascarado de la máscara ahora encubierta.

LA TRANSFORMACIÓN
En un momento de conclusión es apropiado para poner conciencia, poner la mirada en aquello que ha cambiado y cómo ha sucedido.
El proceso de muda nos hace adaptarnos a nuestro propio crecimiento, dejando atrás aquella parte de nosotros que ya no nos es útil. La piel. La misma que nos ofreció calor, cobijo, impermeabilidad… se queda atrás. Con ella los olores, el tacto, el polvo, las cicatrices superficiales se convierten en historias que hablaran con su propia autonomía una vez dejadas ir.
Nunca volveremos a vestirnos con ellas. No podremos camuflarnos tras nuestra propia historia. Formará parte de un elemento independiente, un nuevo personaje puesto en escena resultante de un rastro.
Ya nunca más será nuestro pues, toda historia contada se transforma a la vez que nosotros, cambiando a través del tiempo y rompiendo con ella misma.
Por supervivencia o vicisitud, en ocasiones dejarse la piel es la mínima exigencia.
En un momento de conclusión es apropiado para poner conciencia, poner la mirada en aquello que ha cambiado y cómo ha sucedido.
El proceso de muda nos hace adaptarnos a nuestro propio crecimiento, dejando atrás aquella parte de nosotros que ya no nos es útil. La piel. La misma que nos ofreció calor, cobijo, impermeabilidad… se queda atrás. Con ella los olores, el tacto, el polvo, las cicatrices superficiales se convierten en historias que hablaran con su propia autonomía una vez dejadas ir.
Nunca volveremos a vestirnos con ellas. No podremos camuflarnos tras nuestra propia historia. Formará parte de un elemento independiente, un nuevo personaje puesto en escena resultante de un rastro.
Ya nunca más será nuestro pues, toda historia contada se transforma a la vez que nosotros, cambiando a través del tiempo y rompiendo con ella misma.
Por supervivencia o vicisitud, en ocasiones dejarse la piel es la mínima exigencia.

La Judit I y II
La mirada imaginaria del espectador se dirige hacia algo no formulado y nostálgico que, invisible en apariencia, se convierte en el verdadero protagonista.
Judit es el espacio en el que ella existe y permite existir al visitante a la vez que es su misma aura exterior en la que recrea su acción.
Judit es aceptación, calma y lucha.
Judit son dos maestros creando un vínculo místico de desasosiego, en mitad del cual acepta - y en consecuencia da muerte - al monstruo en el visitante.
"En Mitad del Rincón, Judit mata a la Medusa".
La mirada imaginaria del espectador se dirige hacia algo no formulado y nostálgico que, invisible en apariencia, se convierte en el verdadero protagonista.
Judit es el espacio en el que ella existe y permite existir al visitante a la vez que es su misma aura exterior en la que recrea su acción.
Judit es aceptación, calma y lucha.
Judit son dos maestros creando un vínculo místico de desasosiego, en mitad del cual acepta - y en consecuencia da muerte - al monstruo en el visitante.
"En Mitad del Rincón, Judit mata a la Medusa".

LA SANS CHAUSSURES
El paso furtivo y la posición incómoda constituyen ley en un mundo etéreo.
A la Sans Chaussures de nada le sirven los zapatos, pues la desvinculan del tacto, de la posibilidad del reconocimiento del territorio. Su paso lo desarrolla descalza.
Eligiendo transportar, ella es el medio de transporte - la voz sorda del narrador - del elemento más irrelevante y práctico: el calzado. Éste, desprovisto de su función, se convierte en el pasajero, el protagonista de la historia.
Una vez llegada a tierra firme y en un acto de simbiosis, abandonará dicho calzado en vistas de que el transeúnte perfecto pueda devolverle a éste el sentido de su vana e invisible existencia.
Así, dejando atrás los zapatos, la Sans Chaussures se reúne con la vida.
El paso furtivo y la posición incómoda constituyen ley en un mundo etéreo.
A la Sans Chaussures de nada le sirven los zapatos, pues la desvinculan del tacto, de la posibilidad del reconocimiento del territorio. Su paso lo desarrolla descalza.
Eligiendo transportar, ella es el medio de transporte - la voz sorda del narrador - del elemento más irrelevante y práctico: el calzado. Éste, desprovisto de su función, se convierte en el pasajero, el protagonista de la historia.
Una vez llegada a tierra firme y en un acto de simbiosis, abandonará dicho calzado en vistas de que el transeúnte perfecto pueda devolverle a éste el sentido de su vana e invisible existencia.
Así, dejando atrás los zapatos, la Sans Chaussures se reúne con la vida.